La fuerza es una cualidad motriz que nos proporciona la capacidad de
superar resistencias o cargas externas, usando como medio, la tensión muscular
(Manno, 1999). Desde un punto de vista fisiológico, esta cualidad está limitada
por la sección transversal y dimensión del músculo, la sincronización de las
unidades motoras y la frecuencia de impulsos de las neuronas motrices a la
musculatura (Wilmore y Costill, 2004). Lo que buscamos con la creación de
situaciones de tensión, es desarrollar nuevas adaptaciones en nuestros tejidos
musculares a través del ejercicio resistido, el cual produce hipertrofia
muscular, es decir, un aumento de su sección transversal de las fibras que lo forman,
tipo I (lentas) y tipo II (rápidas), y mejorar la capacidad de reclutamiento de
las unidades motoras, facilitando la vuelta a la funcionalidad, y buscando una
compensación entre los músculos de la articulación ayudando a crear una mayor
fijación y protección (Prentice, 2001; Casáis, 2008).
A nivel biomecánico, la acción muscular, ya sea dinámica o estática, crea
en nuestro cuerpo una carga interna en las estructuras que soportan el estrés
producido. Todos los tejidos tienen una determinada capacidad de deformación.
Es la superación de este nivel de tolerancia, la causante de la lesión (Bahr y
Maehlum, 2007).
Basándonos en estos autores, la justificación principal del uso del
entrenamiento de fuerza en programas de prevención-readaptación, es la creación
de adaptaciones positivas, que hacen que aumenten el nivel de estrés capaz de
soportar las zonas más propensas a sufrir una lesión:
Cartilaginosas: la
carga de entrenamiento promueve la circulación de los nutrientes hacia el
cartílago, siendo necesario para la mantención de un estado de funcionalidad y
salud óptimo. En el caso de superar los límites de tolerancia de la carga
aumentará el riesgo de producir osteoartritis en la articulación.
Musculares: el
músculo es el tejido blando que mayor respuesta presenta a los estímulos
producidos por la carga de entrenamiento. El entrenamiento de fuerza, aumenta
de manera significativa el volumen y la fuerza muscular en un periodo corto de
tiempo, mejorando la capacidad de reclutar varias fibras musculares al mismo
tiempo (factor neuronal) y la sección transversal de la musculatura
(hipertrofia). Los factores neuronales mejoran el incremento inicial de la
fuerza, mientras que la hipertrofia los posteriores.
Tendinosas:
los tendones se adapta al entrenamiento aumentando su área transversal y
mejorando las propiedades de los tejidos que lo forman. Normalmente la lesión
se produce con un uso continuo de cargas de carácter excéntrico, que sobre
pasan el nivel de tolerancia.
Ligamentosa: el
tejido conjuntivo se adapta con lentitud a la carga repetitiva, pero a su vez
sufre un rápido proceso de debilitamiento como resultado de la inmovilización.
La actividad cotidiana normal, mantiene el 80% del potencial mecánico del
ligamento. A través de un entrenamiento específico se incremente 10- 20%. La
inmovilización reduce la resistencia de esta estructura a la mitad de su valor.
Lesiones
esqueléticas: el entrenamiento deportivo y/o la práctica deportiva
incrementa los niveles de la densidad mineral de nuestros huesos. Este
incremento es determinado de forma específica para cada hueso y en función del
estrés que produzca la actividad.
CONCLUSIÓN
La
falta de una buena programación del entrenamiento deportivo basado en la
fuerza, producirá lesiones en huesos, cartílagos y tendones, ya que la fuerza
muscular aumenta de forma rápida en varias semanas, pero la estructura que lo
envuelve necesita un periodo de adaptación de carga de varios meses (Bahr y
Maehlum, 2007).
Para ello es imprescindible una buena programación de los ejercicios en
cuanto a intensidad, volumen y tipología en la readaptación, ya que si la
tensión creada no es la adecuada, se agravará su sintomatología (Earle y
Baechle, 2008).
BIBLIOGRAFÍA
Manno,
R. (1999). El entrenamiento de la fuerza: bases teóricas y prácticas (Vol.
306): Inde.
Wilmore,
J. H., y Costill, D. L. (2004a). Fisiología del esfuerzo y del deporte (5a
ed.). Barcelona: Paidotribo.
Prentice,
W. E. (2001). Técnicas de rehabilitación en medicina deportiva. Barcelona:
Paidotribo.
Bahr,
R. y Maehlum, S. (2007). Tipo de lesiones y sus causas. En R. Bahr, S. Maehlum,
y T.Bolic (ed.) Lesiones deportivas: Diagnóstico, tratamiento y rehabilitación
(pp. 3-22) Madrid: Panamericana S.A.
Earle,
R. W., y Baechle, T. R. (2008). Manual NSCA: Fundamentos del entrenamiento
personal. Barcelona: Paidotribo.
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