jueves, 26 de noviembre de 2015

¿POR QUÉ TRABAJAR LA FUERZA COMO FORMA DE PREVENCIÓN DE LESIÓN ARTICULAR?


La fuerza es una cualidad motriz que nos proporciona la capacidad de superar resistencias o cargas externas, usando como medio, la tensión muscular (Manno, 1999). Desde un punto de vista fisiológico, esta cualidad está limitada por la sección transversal y dimensión del músculo, la sincronización de las unidades motoras y la frecuencia de impulsos de las neuronas motrices a la musculatura (Wilmore y Costill, 2004). Lo que buscamos con la creación de situaciones de tensión, es desarrollar nuevas adaptaciones en nuestros tejidos musculares a través del ejercicio resistido, el cual produce hipertrofia muscular, es decir, un aumento de su sección transversal de las fibras que lo forman, tipo I (lentas) y tipo II (rápidas), y mejorar la capacidad de reclutamiento de las unidades motoras, facilitando la vuelta a la funcionalidad, y buscando una compensación entre los músculos de la articulación ayudando a crear una mayor fijación y protección (Prentice, 2001; Casáis, 2008).

A nivel biomecánico, la acción muscular, ya sea dinámica o estática, crea en nuestro cuerpo una carga interna en las estructuras que soportan el estrés producido. Todos los tejidos tienen una determinada capacidad de deformación. Es la superación de este nivel de tolerancia, la causante de la lesión (Bahr y Maehlum, 2007). 

Basándonos en estos autores, la justificación principal del uso del entrenamiento de fuerza en programas de prevención-readaptación, es la creación de adaptaciones positivas, que hacen que aumenten el nivel de estrés capaz de soportar las zonas más propensas a sufrir una lesión:

Cartilaginosas: la carga de entrenamiento promueve la circulación de los nutrientes hacia el cartílago, siendo necesario para la mantención de un estado de funcionalidad y salud óptimo. En el caso de superar los límites de tolerancia de la carga aumentará el riesgo de producir osteoartritis en la articulación.


Musculares: el músculo es el tejido blando que mayor respuesta presenta a los estímulos producidos por la carga de entrenamiento. El entrenamiento de fuerza, aumenta de manera significativa el volumen y la fuerza muscular en un periodo corto de tiempo, mejorando la capacidad de reclutar varias fibras musculares al mismo tiempo (factor neuronal) y la sección transversal de la musculatura (hipertrofia). Los factores neuronales mejoran el incremento inicial de la fuerza, mientras que la hipertrofia los posteriores.


Tendinosas: los tendones se adapta al entrenamiento aumentando su área transversal y mejorando las propiedades de los tejidos que lo forman. Normalmente la lesión se produce con un uso continuo de cargas de carácter excéntrico, que sobre pasan el nivel de tolerancia.


Ligamentosa: el tejido conjuntivo se adapta con lentitud a la carga repetitiva, pero a su vez sufre un rápido proceso de debilitamiento como resultado de la inmovilización. La actividad cotidiana normal, mantiene el 80% del potencial mecánico del ligamento. A través de un entrenamiento específico se incremente 10- 20%. La inmovilización reduce la resistencia de esta estructura a la mitad de su valor.


Lesiones esqueléticas: el entrenamiento deportivo y/o la práctica deportiva incrementa los niveles de la densidad mineral de nuestros huesos. Este incremento es determinado de forma específica para cada hueso y en función del estrés que produzca la actividad. 

CONCLUSIÓN


             La falta de una buena programación del entrenamiento deportivo basado en la fuerza, producirá lesiones en huesos, cartílagos y tendones, ya que la fuerza muscular aumenta de forma rápida en varias semanas, pero la estructura que lo envuelve necesita un periodo de adaptación de carga de varios meses (Bahr y Maehlum, 2007). 
Para ello es imprescindible una buena programación de los ejercicios en cuanto a intensidad, volumen y tipología en la readaptación, ya que si la tensión creada no es la adecuada, se agravará su sintomatología (Earle y Baechle, 2008). 

BIBLIOGRAFÍA

Manno, R. (1999). El entrenamiento de la fuerza: bases teóricas y prácticas (Vol. 306): Inde. 
Wilmore, J. H., y Costill, D. L. (2004a). Fisiología del esfuerzo y del deporte (5a ed.). Barcelona: Paidotribo.
Prentice, W. E. (2001). Técnicas de rehabilitación en medicina deportiva. Barcelona: Paidotribo.
 Bahr, R. y Maehlum, S. (2007). Tipo de lesiones y sus causas. En R. Bahr, S. Maehlum, y T.Bolic (ed.) Lesiones deportivas: Diagnóstico, tratamiento y rehabilitación (pp. 3-22) Madrid: Panamericana S.A.
Earle, R. W., y Baechle, T. R. (2008). Manual NSCA: Fundamentos del entrenamiento personal. Barcelona: Paidotribo. 

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